Don Bluth nos entregó en 1989 una de las cintas más emotivas de su catálogo fílmico. "All Dogs Go to Heaven" (Todos los perros van al cielo) nos ofrece una historia donde el ambiente de los perros callejeros se convierte en una analogía con el mundo gangsteril. Su excelente animación, su entretenida y conmovedora historia y sus carismáticos personajes, principalmente Charlie B. Barkin, el perro pastor, hacen de esta cinta una producción inolvidable. Un relato de reivindicación, en el que Ana-María, la niña huérfana, funciona como móvil para el cambio de Barkin. Definitivamente, un clásico animado que vale la pena volver a ver. Todos los perros van al cielo, 1989.