Es un thriller sangriento protagonizado por Nicole Kidman, Mathew Goode y Mia Wasikowska. La cinta está dirigida por Park Chan-Wook, quién debuta en Hollywood después de convertirse en el cineasta coreano más laureado de los últimos años. La estética de esta película es meticulosa, la gama cromática es un contraste entre colores cálidos y fondos azules. Además, juega entre la simetría de los encuadres y distintas tomas, donde algún personaje se pierde entre el papel tapiz, un espejo o algún otro adorno.

Los guiones de este cineasta tienen una construcción definida, influencia de su director favorito Hitchcock, una estructura no lineal; flashbacks con una fotografía tenue, distinta a la utilizada en el resto del filme; y el punto más importante es que el climax /resolución de la película contiene un giro sorpresivo.